Tres años de
gobierno “revolucionario” ficticiamente montado en el despilfarro clientelar de
los ingresos por impuestos y turismo que nos permite nuestro Parque Nacional
Morrocoy. En esta primitiva e inviable práctica del ideario marxista, no se
previó el inicio del fin de una gestión antes de la mitad de periodo
gubernamental.
Al igual que en
el ámbito nacional, se ha pretendido torcer el rumbo de la historia de una
sociedad que ostenta una rica diversidad de gentilicios vectores de una
complementaria polaridad. Por una parte, cada ámbito territorial es el
resultado de prolongadas negociaciones, disputas y hasta sangrientas guerras en
defensa de “lo conquistado”. Es, al mismo tiempo, expresión de la indispensable
convivencia que subyace cobijada del Silvense.
Un gobierno
local demarcado por la corrupción y la incapacidad para gobernar. Hoy los
SIlvenses padecemos los problemas que sufre un caraqueño, un merideño, o
cualquier venezolano en cualquier latitud del país. La herencia que nos dejó un
legado caducado que hundió las posibilidades de progresar dignamente.
Las políticas
públicas implementadas o no, por parte del alcalde “socialista” (en su humilde
hummer) Héctor Feijoo, ha sumergido al pueblo de silva en una profunda miseria.
Servicios básicos deplorables, inseguridad, vialidad, transporte, vivienda, educación…
parece mentira como nuestro alcalde, con apoyo regional y nacional, no haya
sido capaz de dar la talla.
El pasado 28 de
marzo el burgomaestre hizo un intento de dar memoria y cuenta. ¿Memoria?, ni
siquiera conoce sus directores. ¿Cuentas?, más bien cuento chino, las cuentas
no le cuadran, ni una sola obra concluida, solo despilfarro de dinero, solo
saqueo del erario municipal y sin saber que decir.
Se ha
pretendido devastar todo lo existente, bajo el lema de acompañar la ilusa
construcción de un socialismo con base en la transformación estructural de todo
el cuerpo social. Más allá de lo material, devastar aquello que perdura en el
imaginario colectivo.
Recordemos que
Silva es dueña de un mapa multicolor desde que surgió el 6 de julio de 1989,
cuando mediante decisión de la Asamblea
Legislativa del estado Falcón, se otorga la autonomía al municipio José
Laurencio Silva, y que hoy más que
nunca, pugnan cada vez más por evitar la imposición de un “mapa rojo-rojito”.
Recordemos que la identidad venezolana no ha permitido que se le trastoque el
mosaico del mapa político-administrativo históricamente instaurado: Sus dos
parroquias principales, Tucacas (la capital) y Boca de Aroa, así como los
caseríos adyacentes: Sanare, Morrocoy, Las Lapas, Felipito, entre otros.
Silva será un
municipio para querer mucho más, cuando, vencidas las arremetidas, estemos
definitivamente fortalecidos para reiniciar una arquitectura inserta en la
globalización de adentro hacia afuera y de abajo hacia arriba. Esta tierra
merece ser amada por sus hijos, debemos recuperar nuestra identidad, sentirla y
hacerla nuestra, sentirnos orgullosos de ser quienes somos y afortunados de
vivir donde vivimos.
Silva será un
municipio para querer mucho más cuando valoremos el capital humano que lo
conforma. Personalidades únicas y tan particulares que hacen que merezcamos
sentirnos orgullosos de vivir en esta tierra privilegiada.
Silva será un municipio
para querer mucho más, cuándo, echando mano de su sabiduría ancestral y
atendiendo al llamado de auténticos liderazgos, vuelva a despertar en las próximas
elecciones de alcaldes a celebrar el próximo año 2017.
Estoy
firmemente convencido que merecemos ser mejores y podemos estar mejor. Pero sólo
será posible si apostamos a la renovación
y al cambio, seamos ese cambio que queremos ver en nuestro Municipio José
Laurencio Silva.
@joxeantonio
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