lunes, 29 de agosto de 2016

LA TOMA DE CARACAS


El Gobierno insiste en su empeño de evitar la consulta popular que es constitucional y democrática. En medio del deterioro del país y sobre todo de la ingobernabilidad, los venezolanos tenemos el derecho de reprobar a Nicolás Maduro en su catastrófico desempeño al frente de la nación.

El revocatorio es la válvula de escape a la crisis y de soluciones a los problemas. El pueblo quiere decidir sobre el cambio de rumbo que necesita el país, pero un grupito de ambiciosos que nos les importa el sufrimiento de la gente, persiste en su idea de permanecer en el poder cueste lo que cueste.

Desde Miraflores se han propuesto cerrar todas las vías democráticas no traumáticas para salir de la crisis que vivimos. Ante tanta maniobra y burla del Gobierno desde la Mesa de la Unidad Democrática, como coalición que representa el sentimiento de cambio del país, se convocó a la gran toma de Caracas para el 1ro de septiembre, con el fin de presionar y que se active de una vez por todas el referéndum revocatorio. Exigir que se cumpla con la Constitución es nuestro derecho.

Nada ni nadie puede detener una idea a la que le llegó su hora. En la historia universal hay muchos ejemplos simbólicos que reflejan la decisión de una nación y de un pueblo, de generar acciones de masa que promuevan o propicien un cambio.

La toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789, derivo en el fin del absolutismo monárquico y el surgimiento de la República Francesa. La marcha por la libertad el 28 de agosto de 1963, emprendida por el reverendo Martin Luther King, fue un movimiento contra la segregación racial que consiguió consagrar los derechos civiles. El hambre de cambio de quienes estuvieron bajo el jugo comunista, derivó en la caída del muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989 y que puso el punto final a la cortina de hierro que había impuesto el comunismo soviético. Otro ejemplo fue La revolución naranja, que entre los años 2004 y 2005, movilizó a los ucranianos en Kiev en desobediencia civil contra el fraude electoral generado por el gobierno de turno.

La toma de Caracas, el 1 de septiembre de 2016, será una fecha importante en la historia de Venezuela, porque señalará al mundo y al resto del país, que la capital de la República será nuevamente ejemplo de lucha, para lograr la libertad de todos los venezolanos y el retorno a una auténtica democracia.

La toma de Caracas no se trata de un golpe de Estado, sino de una manifestación cívica que reunirá a todo el país en el epicentro del poder nacional. Vamos a demostrar que somos la mayoría y que esa mayoría se cansó de un modelo que nos ha traído a esta tragedia.

El cambio que la mayoría desea no llegará solo. Tampoco se trata de un problema exclusivo de los partidos. Esa es una lucha ciudadana que obliga a la participación de todos los venezolanos. Esta es una oportunidad que no podemos perder.


@joxeantonio

jueves, 5 de mayo de 2016

Silva es un municipio para querer


Tres años de gobierno “revolucionario” ficticiamente montado en el despilfarro clientelar de los ingresos por impuestos y turismo que nos permite nuestro Parque Nacional Morrocoy. En esta primitiva e inviable práctica del ideario marxista, no se previó el inicio del fin de una gestión antes de la mitad de periodo gubernamental.

Al igual que en el ámbito nacional, se ha pretendido torcer el rumbo de la historia de una sociedad que ostenta una rica diversidad de gentilicios vectores de una complementaria polaridad. Por una parte, cada ámbito territorial es el resultado de prolongadas negociaciones, disputas y hasta sangrientas guerras en defensa de “lo conquistado”. Es, al mismo tiempo, expresión de la indispensable convivencia que subyace cobijada del Silvense.

Un gobierno local demarcado por la corrupción y la incapacidad para gobernar. Hoy los SIlvenses padecemos los problemas que sufre un caraqueño, un merideño, o cualquier venezolano en cualquier latitud del país. La herencia que nos dejó un legado caducado que hundió las posibilidades de progresar dignamente.

Las políticas públicas implementadas o no, por parte del alcalde “socialista” (en su humilde hummer) Héctor Feijoo, ha sumergido al pueblo de silva en una profunda miseria. Servicios básicos deplorables, inseguridad, vialidad, transporte, vivienda, educación… parece mentira como nuestro alcalde, con apoyo regional y nacional, no haya sido capaz de dar la talla.

El pasado 28 de marzo el burgomaestre hizo un intento de dar memoria y cuenta. ¿Memoria?, ni siquiera conoce sus directores. ¿Cuentas?, más bien cuento chino, las cuentas no le cuadran, ni una sola obra concluida, solo despilfarro de dinero, solo saqueo del erario municipal y sin saber que decir.

Se ha pretendido devastar todo lo existente, bajo el lema de acompañar la ilusa construcción de un socialismo con base en la transformación estructural de todo el cuerpo social. Más allá de lo material, devastar aquello que perdura en el imaginario colectivo.

Recordemos que Silva es dueña de un mapa multicolor desde que surgió el 6 de julio de 1989, cuando mediante decisión de la Asamblea Legislativa del estado Falcón, se otorga la autonomía al municipio José Laurencio Silva, y  que hoy más que nunca, pugnan cada vez más por evitar la imposición de un “mapa rojo-rojito”. Recordemos que la identidad venezolana no ha permitido que se le trastoque el mosaico del mapa político-administrativo históricamente instaurado: Sus dos parroquias principales, Tucacas (la capital) y Boca de Aroa, así como los caseríos adyacentes: Sanare, Morrocoy, Las Lapas, Felipito, entre otros.

Silva será un municipio para querer mucho más, cuando, vencidas las arremetidas, estemos definitivamente fortalecidos para reiniciar una arquitectura inserta en la globalización de adentro hacia afuera y de abajo hacia arriba. Esta tierra merece ser amada por sus hijos, debemos recuperar nuestra identidad, sentirla y hacerla nuestra, sentirnos orgullosos de ser quienes somos y afortunados de vivir donde vivimos.

Silva será un municipio para querer mucho más cuando valoremos el capital humano que lo conforma. Personalidades únicas y tan particulares que hacen que merezcamos sentirnos orgullosos de vivir en esta tierra privilegiada.

Silva será un municipio para querer mucho más, cuándo, echando mano de su sabiduría ancestral y atendiendo al llamado de auténticos liderazgos, vuelva a despertar en las próximas elecciones de alcaldes a celebrar el próximo año 2017.

Estoy firmemente convencido que merecemos ser mejores y podemos estar mejor. Pero sólo será posible si apostamos  a la renovación y al cambio, seamos ese cambio que queremos ver en nuestro Municipio José Laurencio Silva.


@joxeantonio

domingo, 3 de abril de 2016

17 años después

Ya estamos en 2016 y 17 años han pasado desde que la revolución bolivariana, liderada por el ex presidente Hugo Chávez, llegara al poder prometiendo el cambio tan anhelado por los venezolanos en aquellos días del siglo XX. El oriundo de Sabaneta se presentaba como alguien capaz de darle a la gente lo que pedía, un gobierno que se ocupara del pueblo. Pero nadie, a pesar de las advertencia de algunos personeros de la política, contaba con la loca idea que este señor traía entre ceja y ceja, sumir a la nación en un proceso que aun al día de hoy solo ha dejado una estela de hambre y miseria, el Socialismo del siglo XXI.

Tan nefasto es el capitalismo mal utilizado como el socialismo mal utilizado. No son las ideologías como fueron concebidas las que hacen daño, sino los malos líderes que vician su ejecución por ambición o ineptitud.

El socialismo como dogma político se basa en valores y principios muy loables. Es una ideología que plantea igualdad, plantea trabajar en función del bien común y no del particular, plantea la justicia social como piedra angular de los organismos gubernamentales y como marco de las políticas de Estado. Siendo así, ¿Quién podría manifestarse fehacientemente en contra de alguno de estos planteamientos así como están descritos? Creo que nadie.

Por su parte, el capitalismo genera bienestar, genera progreso, genera riqueza, plantea una cadena de sucesivos pasos para agregar valor y elevar el nivel de vida, y sobre todo, establece una correlación directa entre esfuerzo y bienestar económico a nivel personal, empresarial y nacional. El que más trabaja y mejor controla sus gastos tiene una estabilidad económica mayor que el que trabaja menos y despilfarra. Una vez más, en términos generales y simplistas, todo tiene el mayor sentido.

Ahora vayamos a la práctica. El socialismo extremo peca de romántico, de utópico.  Es como el esposo que habla del amor a su mujer y sus hijos, pero no trae de comer a la casa y los tiene pasando hambre (como está pasando actualmente).  El capitalismo extremo es sumamente nocivo para la condición humana. Enajena al individuo en función de su valor comercial de trabajo y potencial de consumo, y en el acto de masificarlo lo degrada.

No hay duda alguna que lo anterior sea cierto. Dos modelos que polarizan, en discurso, a la población venezolana de boca de sus vociferantes líderes. A todas estas ninguna es más que la otra. Lo más idóneo es encontrar el balance entre ambas corrientes, donde convivamos todos en un esquema en el que se toma lo positivo de cada propuesta, y desarrollemos nuestra propia ideología, en algún punto medio adaptado a la realidad venezolana.
Soy de oposición por dos razones fundamentales:

1)- Principios: no apoyo regímenes ni autoridad alguna que intente desconocer, menospreciar y anular al que piense distinto mientras protege ciegamente entre sus partidarios, incluso a los que hacen daño a la nación.

2)- Hechos: la tercera inflación más alta del planeta, desempleo, escasez de comida y medicinas, inflación, falta de servicios básicos y de seguridad social, desabastecimiento y una delincuencia impune a todo nivel es sencillamente inexcusable.

Hoy a los venezolanos solo nos unen las mismas calamidades, partiendo de esto, es necesario que juntos le plantemos cara al futuro, futuro opaco, lejano, pero que está ahí, sólo falta que de una vez por todas nos pongamos de acuerdo para sacar al país adelante y reconstruirlo a partir de lo poco que queda.

Pero para que algo así suceda, debemos promover la reconciliación nacional y unidos promover el cambio político que necesita nuestro país.

La idea de Reconciliar social, económica y políticamente al país es el camino correcto a un mejor futuro.


@joxeantonio